LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS
Empezaremos con la definición de la palabra Biblia, que tiene su origen en una palabra griega que significa Libros, porque es una colección de 73 libros escritos por muchos autores que fueron inspirados por el Espíritu Santo, en diferentes épocas, en estilos literarios diferentes y en distintas lenguas: Hebreo, Arameo y Griego. Allí se narra la historia de la Creación, de la Caída del hombre por desobedecer a Dios, de su Redención por Jesucristo, el Hijo de Dios; y del Retorno del hombre al Creador.
A la Biblia se le conoce también como Palabra de Dios, puesto que se empezó a escribir hace unos seis mil años, aunque antes su contenido era transmitido verbalmente, pero siempre por inspiración del Espíritu Santo. El salmista se refiere a ella diciendo: «Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino.» Sal 119,105
La Biblia o Palabra de Dios, es el conjunto de instrucciones y exhortaciones dirigidas por Dios a los Hombres. Instrucciones y enseñanzas, Que están destinadas a iluminar la inteligencia acerca de las verdades religiosas, que son todas las verdades que Cristo y el Espíritu de Dios nos han revelado.
Y las exhortaciones que contiene, están destinadas a mover nuestra voluntad, puesto que, de nada sirve conocer la verdad si no tomamos la decisión deseguirla voluntariamente.
Instrucciones y exhortaciones que fueron dirigidas por Dios, puesto que en todo tiempo y según las necesidades, ha hablado a los hombres por medio de los Patriarcas, los Profetas y otros autores inspirados; pero también directamente por medio de Jesucristo su único Hijo, como dice San Pablo en Heb 1,1-2a «En diversos momentos y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo»
En la actualidad Dios sigue hablando a los hombres, directamente por medio de inspiraciones y revelaciones; e indirectamente por medio de sus ministros o sacerdotes, y toda persona que responde a su invitación cuando dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. Mr 16,15. Desde luego, Dios confió este ministerio a quienes le conocen y le obedecen.
La Biblia está compuesta por 73 libros y se divide en dos grandes partes, el Antiguo y el Nuevo Testamento.
El antiguo Testamento o Antigua Alianza, consta de 46 libros en los que se narra la creación, la caída del hombre y el Plan de Dios para rescatar y salvar al hombre.
El Nuevo Testamento o Nueva Alianza, Consta de 27 libros que contienen la narración de la Alianza realizada por Dios con los hombres según Su plan el cual se llevó a cabo por medio de su Hijo Jesucristo.
Podemos decir con certeza, que la Biblia es la carta de amor de Dios, dictada por el Espíritu Santo para que la entiendan los Hijos de Dios que tienen en su corazón al Espíritu Santo, pues sin Él, no es posible entender el mensaje que Dios tiene para cada Hijo. Y digo esto porque para comprender su mensaje, necesitamos conocer personalmente a su autor y recibir al Espíritu Santo, para que nos revele su mensaje. De ahí que también insistamos en que tengamos un encuentro personal con Jesucristo, y reconocerlo como nuestro Salvador y aceptarlo como nuestro Señor, pues Él entonces, nos mostrará al Padre y nos enviará al Espíritu Santo, esto significa que por medio de Jesucristo conoceremos y tendremos relación con las tres personas de nuestro Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Algunas de las características de la Biblia son:
Que Jesucristo es el Hilo de Oro que enlaza la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis; esto significa que en toda ella se habla de Él.
Otra característica es que la Biblia nunca se contradice. Todo está admirablemente entrelazado y su contenido se confirma y se complementa.
Otra característica es que se mantiene actual, esto significa que su contenido servirá en cualquier momento pues será fuente de inspiración, de consuelo, de consejo, de alimento espiritual, de seguridad, de orientación y guía.
Se ha dicho que “la Biblia es un libro antiguo pero siempre nuevo” por lo que su contenido se adapta admirablemente a las necesidades siempre nuevas de los hombres y de los tiempos; por lo que es deber de todo cristiano acudir al ella para aprender cómo se resuelven, a la luz del Evangelio, las cuestiones del día, a fin de darles la solución que corresponde a un discípulo de Cristo y no las que sugieren los sistemas absurdos del mundo, cuyas consecuencias está padeciendo el mundo.
A la Biblia se le conoce también como el Manual del Fabricante, pues si seguimos las instrucciones que Dios nos da en ella, llevaremos una vida plena con las bendiciones de Dios. «Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él:”Si ustedes se mantienen fieles a mi palabra, (MIS ENSEÑANZAS), serán de veras mis discípulos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.»San Juan 8,31-32
Otra característica de la Biblia es que tiene cerca de tres mil promesas de Dios para sus hijos. Pero esas promesas debemos conocerlas para poder obtenerlas, así como debemos conocer lo que debemos evitar para no ser castigados. Oseas lo dice claramente en el 4,6a del libro que lleva su nombre, leemos ahí: «Mi pueblo no tiene conocimiento, por eso ha sido destruido.» Otra versión dice: «Mi pueblo no ha querido reconocerme como su Dios, y por eso se está muriendo.» Notemos en esa cita, la verdad de lo que está sucediendo ahora mismo.
Con lo dicho, nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de conocer la Biblia, la cual, además de la oración y los Sacramentos, es uno de los medios para conservar y aumentar la gracia, de la que hablamos en el programa anterior.
El argumento más poderoso a favor de la necesidad de conocer la Palabra de Dios, la dio Jesucristo mismo cuando al ser tentado por el demonio para que convirtiera las piedras en panes, contestó «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». Mt 4,4. Con esto quiso dejar claro que para la vida espiritual, la palabra divina tiene la misma importancia que el pan para el cuerpo.
Sabemos que para obedecer su contenido debemos tener fe, pero para tener fe, debemos exponernos a su contenido, pues como dice San Pablo, en la epístola a los Ro 10,17: «La fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.» Con esto señala al Evangelio, la Doctrina de Cristo, como medio de adquirir y conservar la fe, virtud absolutamente necesaria para alcanzar la vida eterna, como enseña el mismo apóstol en su carta a los Hebreos 11,6: «No es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.»
La historia ha confirmado plenamente esas palabras de San Pablo: el mundo pagano se ha convertido al cristianismo mediante la predicación de la palabra de Dios llevada a cabo por los apóstoles y sucesores, por los misioneros, los sacerdotes, los predicadores y ahora también laicos que presentan el Evangelio de muchas formas y por muchos medios, y si aún falta que la palabra llegue a todos lados es por la falta de obreros que respondan positivamente al llamado del Señor.
Los pequeños llegan a la fe mediante la catequesis, que es la explicación de la doctrina cristiana; los adultos, incrédulos o pecadores, mediante la palabra de Dios escuchada en un sermón, en una homilía, en una conferencia, en una lectura de un buen libro, en una conversación familiar, o en la meditación frecuente y profunda de la Palabra de Dios.
Ahora podemos ver, que Dios en su bondad, hace llegar su palabra a nuestro corazón también por los medios masivos: Radio, TV, redes Sociales y hasta el cine. Pero la lectura sigue teniendo ventajas sobre los demás medios puesto que en ellos, el contenido se escucha una vez y se olvida, la lectura en cambio, puede hacerse cuantas veces se quiera. Y en la lectura, cuando se hace a solas, el alma se aplica a sí misma las verdades expuestas por Dios, además, podemos llevar la Biblia a donde vayamos.
Desde luego Dios nos habla por medio de otros muchos canales, como son los buenos pensamientos, las acciones piadosas, los remordimientos saludables, las luces que su gracia derrama en nosotros tanto en la oración, en la comunión y en la visita al Santísimo Sacramento y también en las revelaciones, pero estas deben ser confirmadas por la biblia, ya que no todo lo que creemos es una revelación, es un mensaje de Dios, ya que puede ser una insinuación del Diablo o un pensamiento nuestro. Dios nos habla también por los buenos ejemplos de nuestro prójimo, incluso por las desgracias, problemas o tribulaciones que padecemos y hasta por la naturaleza. Sin embargo, para escuchar esas voces debemos estar dispuestos a ver en cada situación de nuestra vida lo que Dios quiere decirnos.
Si nuestro fin, es decir si lo que queremos, es salvarnos por la eternidad, debemos también querer los medios para hacerlo y si hay obligación de creer algunas verdades, debemos de conocerlas, dicho de otra manera, tenemos la obligación de estudiar y recibir con corazón dispuesto, lo que Dios nos ha dejado escrito en la Biblia, por lo que la recomendación que te hago es que leas a diario la enseñanza que Dios tiene para ti en ella y lo hagas con la dirección del Espíritu Santo. Con esto quiero decir que antes de leerla, ores pidiendo que el Espíritu de Dios esté contigo para conducirte en la lectura, para que te de la sabiduría y el discernimiento y que puedas hacer tuyo el mensaje de Dios. De ahí en adelante te corresponde hacer tu parte y tomar la decisión de obedecer y ser bendecido o seguir por tu cuenta y perderte.
Espero que esta información te ayude a comprender y aprovechar las Sagradas Escrituras para honrar a Dios con tu vida y recibir de Él lo que te ofrece formalmente en ellas. Que así sea.