Skip links

LO QUE DIOS QUIERE DE NOSOTROS

LO QUE DIOS QUIERE DE NOSOTROS

Dios hoy nos llama la atención hacia lo que Él nos dice con claridad en las Sagradas Escrituras sobre nuestro comportamiento, lo que quiere que hagamos, cómo hacerlo y por qué debemos hacerlo. y debemos estar seguros que todo cuanto nos pide podemos hacerlo, porque nada de lo que sucede en nuestras vidas es mayor que nuestras fuerzas. Además, Él estará con nosotros siempre, como prometió Jesús antes de ascender al cielo cuando dejó la misión de cada uno de los que somos sus seguidores, cuando dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia.” Mr 16,15. Pero, para cumplir adecuadamente la orden de nuestro Señor y Salvador, debemos conocer lo que esto significa y para ello debemos por tanto, conocer el Evangelio para que podamos dar a conocer a Cristo y la salvación que se obtiene por Él, así como sus enseñanzas de vida.

Pero debemos recordar siempre que podemos hacerlo pues somos más que vencedores porque Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas por medio de quien nos amó tanto que murió en la cruz por nosotros, como dice San Pablo en Ro 8,37.

Ahora bien, desde el Antiguo Testamento Dios ha manifestado lo que desea de cada uno ordenando que hagamos lo que es bueno, ser justos, misericordiosos y humildes ante Él, como leemos en Miq 6,8, esto significa que nos llama a ser santos como recuerda 1 Pe 1,15 “Vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo.” Pero, esa búsqueda de nuestra santidad conlleva también la responsabilidad de buscar la perfección como dice el mismo Jesús según leemos en Mt 5,48: “Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto.” Y si bien solo podremos alcanzar la perfección al estar en la presencia de Dios, es nuestro deber hacer cuanto podamos para lograr la excelencia en todo lo que hagamos. Y eso va de la mano con otro mandato de Dios, que cumplamos los Mandamientos, que nos fueron dados para que vivamos bien, agradando a nuestro Padre y en armonía con el prójimo, razón por la cual Santiago los llama la Ley Regia o Ley Real en Stg 2,8.

Y como vemos en Ef 5,15-17 las órdenes que nos traslada San Pablo en esa cita, son tan actuales hoy como lo fueron hace dos mil años y es la razón por la que debemos conocer la voluntad de Dios, y vivir de acuerdo a ella. 

Por lo tanto”, dice San Pablo: “Cuiden mucho su comportamiento. No vivan neciamente, sino con sabiduría.” (Necio es aquél que es Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber, pero en la Biblia se define la palabra necio como la persona con poca cultura para comprender la moral, la bondad y el amor de Dios, necios son pues, las personas que tienen malas conductas.)

Y continúa San Pablo diciendo: 

“Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos. No actúen tontamente; procuren entender cuál es la voluntad del Señor.” Como notamos, esta exortación es también válida hoy el tiempo en el que la influencia del mundo pretende que cambiemos los valores morales y las normas establecidas por Dios, y San Pablo nos invita a que conozcamos la voluntad de Dios para actuar con sabiduría, según lo que nos dicen las Sagradas Escrituras.

Sigue el texto de las carta a los efesios diciendo:

“No se emborrachen, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llénense del Espíritu Santo. Den siempre gracias a Dios el Padre por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

Como notamos, el Señor, nuestro Dios, a través de sus instrumentos, en la Biblia, nos exhorta, nos incita y nos advierte en 1Pe 4,12 y en donde leemos: “Queridos hermanos, no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo extraordinario.”

Pero ya en el antiguo Testamento el Señor nos hace ver que si estamos dispuestos a obedecerlo y servirlo, debemos estarlo también para padecer, pues tanto el mundo, como Satanás tratarán de complicarnos la vida y hasta nos atacarán de muchas formas para que abandonemos la idea y nos apartemos del camino que Dios nos señala como el camino de bendición; situación que se está dando cada vez coNmás fuerza ahora con las leyes que están surgiendo y que pretenden que aceptemos los asesinatos de bebés en el vientre de sus madres y de los ancianos, así como que aceptemos la ideología de género y si no nos alineamos con esas normas, somos atacados de muchas formas y hasta puestos en prisión.

Por ello el Señor nos prepara y nos dice en el libro Sirácida o Eclo 2,1-11: Hijo mío, si tratas de servir al Señor, prepárate para la prueba.” Con esto nos indica que si agradecidos por haber sido perdonados queremos seguir a Cristo, hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial y enseñarla a otras personas, la prueba nos llegará. 

Y continua diciendo: “Fortalece tu voluntad y sé valiente, para no acobardarte cuando llegue la calamidad. Aférrate al Señor, y no te apartes de él; así, al final tendrás prosperidad.” Aquí nos indica qué debemos hacer y nos alienta con la promesa de la prosperidad futura, ya sea en esta vida o en la próxima, en su presencia. 

Sigue diciendo el texto: “Acepta todo lo que te venga, y sé paciente si la vida te trae sufrimientos.  Porque el valor del oro se prueba en el fuego, y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento. 

Confía en Dios, y él te ayudará; procede rectamente y espera en él. 

 Ustedes, los que honran al Señor, confíen en su misericordia; no se desvíen del camino recto, para no caer.  Los que honran al Señor, confíen en él, y no quedarán sin recompensa.  Los que honran al Señor, esperen la prosperidad, la felicidad eterna y el amor de Dios. 

 Fíjense en lo que sucedió en otros tiempos: nadie que confiara en el Señor se vio decepcionado; nadie que lo honrara fielmente se vio abandonado; a todos los que lo invocaron, él los escuchó. Porque el Señor es tierno y compasivo, perdona los pecados y salva en tiempo de aflicción.”

Como notamos, no se trata solamente de una advertencia sobre lo que puede venir sobre nosotros si decidimos obedecer a Dios, sus normas y mandamientos, si vivimos según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, también nos presenta el respaldo de Dios que, como prometió, estará con nosotros siempre. La condición es que cumplamos con su voluntad y perseveremos en ella.

El más claro ejemplo de ello lo encontramos en Jesús mismo, que padeció para darnos libertad y así como Él, nosotros también habremos de sufrir. Ese sufrimiento debemos aceptarlo porque implica la derrota de la carne y el crecimiento de nuestra vida espiritual, que es lo que Dios espera de nosotros, ya que, con el sacrificio de su Hijo Jesucristo, fuimos limpiados, es decir, nuestros pecados fueron perdonados al aceptarlo a Él como nuestro Salvador. 

Al aceptar su señorío en nuestra vida, recibimos también el entendimiento de las cosas de Dios, de las cosas espirituales, por lo que, por ejemplo, con el don del discernimiento, podremos comprender lo que es bueno, aunque eso no significa que ya no actuaremos mal, sino que nos capacita para saber si lo que queremos hacer es agradable a Dios o no, pero, por el libre albedrío que Dios nos otorgó a cada uno, a nosotros nos toca decidir que haremos. Esa es la labor que debemos llevar a cabo cada día, y debemos realizarla con sabiduría, que comienza por honrar a Dios, como dice Pro 1,7.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que, si llegamos a caer en tentación, no debemos dejar que el enemigo vuelva a tomar poder sobre nosotros, pues, si hemos sido liberados por el sacrificio de Cristo, podemos nuevamente acudir a pedir perdón por medio del Sacramento de la Reconciliación o Confesión, siempre y cuando en nuestro corazón haya arrepentimiento y deseo de no caer más, es decir, si hacemos nuestro esfuerzo de mantenernos gratos a los ojos de Dios.

Ten presente las recomendaciones para alcanzar sabiduría que encontramos en Pro 3,1-7. Ahí nuestro amoroso Padre celestial nos dice: No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos, y tendrás una vida larga y llena de felicidad.

No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar. Grábatelos en la mente, y tendrás el favor y el aprecio de Dios y de los hombres

Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto.

No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal.” Pro 3,1-7

Debemos asumir que todos han recibido el amor de Dios, en cualquiera de las muchas formas en las que Él lo da, por lo que ya deben saber lo que significa estar bajo su protección y conocer sus bendiciones, por lo que también pueden comprender los ofrecimientos que hace en las Sagradas Escrituras, muchas de las cuales son gratuitas, pero hay otras en las que llegarán a nosotros si cumplimos las condiciones que Dios impone, Pero no debemos actuar como Él nos pide por el solo hecho que entonces recibiremos alguna bendición, pues esto sería actuar por interés. Debemos actuar bien, como una forma de manifestarle nuestro amor y agradecimiento por la libertad que nos ha dado al liberarnos del pecado que nos tenía atrapados y porque así nos libró del castigo que merecíamos por haber ofendido al Padre celestial. 

Entonces, que nuestra vida sea una manifestación permanente de amor a Dios y démosle, con nuestra alabanza, el honor y gloria que solo Él merece. 

Pero si ahora estás pasando por dificultades y estás luchando solamente con tus fuerzas para salir adelante pero no encuentras la salida, recuerda: Jesús vino para darte una nueva vida, vida plena, abundante, si aceptas que se entregó a la muerte por ti, como manifestación de su amor y que es tu Salvador, por lo que, si lo reconoces como el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarte, y que es tu señor, no tienes que luchar solo, Él estará contigo y como dice San Pablo en 1 Co 10,13el Señor no permitirá que pases por pruebas mayores a tus fuerzas. Y puedes confiar en Dios, que no te dejará sufrir pruebas más duras de lo que puedas soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios te dará también la manera de salir de ella, para que puedas soportarla. 

Y sobre las persecuciones que podemos llegar a padecer, Jesús mismo nos dice por medio de San Mateo, en Mt 10,16-20

 “¡Miren! Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes, aunque también sencillos como palomas. Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades. Pero cuando los entreguen a las autoridades, no se preocupen ustedes por lo que han de decir o cómo han de decirlo, porque cuando les llegue el momento de hablar, Dios les dará las palabras. Pues no serán ustedes quienes hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.”

Entonces, podemos con confianza mostrar a Cristo y sus enseñanzas con nuestro testimonio, sabiendo que Él nos protegerá, nos conducirá y estará con nosotros siempre; y esta promesa inicia en nuestra vida cuando le entregas tu vida a Jesús, para lo cual puedes hacerlo con la siguiente oración: 

“Señor Jesús, sé que eres Dios, el Hijo de Dios Padre, que moriste por mí y que resucitaste, por eso te declaro como mi Salvador y mi Señor. Te necesito, por eso abro mi corazón te entrego lo que soy y lo que tengo. Me arrepiento de haberte ofendido y por eso te pido que reines en mi corazón y que tu Espíritu Santo dirija mi vida de hoy en adelante. Concédeme Señor la gracia de acudir al Sacramento de la Confesión para reconciliarme contigo y al Sacramento de la Eucaristía para fortalecerme espiritualmente.” Amén.  

 

    

 

X