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NO TEMAS NI TE PREOCUPES, CONFÍA EN DIOS

NO TEMAS NI TE PREOCUPES, CONFÍA EN DIOS

La Palabra de Dios dice en Juan 8:32; “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”, esto significa que el desconocimiento por la falta de interés en conocer la “Verdad” es lo que nos hace vivir una vida en esclavitud y sin poder, como dice Dios en Oseas 4,6a“Mi pueblo no tiene conocimiento, por eso ha sido destruaido”. Si ponemos atención, la Palabra nos habla de que somos nosotros quienes decidimos conocer o no la verdad; el Señor nos deja libres para elegir, aunque a diario está animándonos a “escoger la vida”, como leemos en el Dt 30,15 y 19.

Podemos entonces, elegir “la muerte” y lo hacemos cuando preferimos creer las mentiras y tentaciones que el enemigo nos lanza de muchas maneras. Por ello hago énfasis en que la ignorancia, la apatía o la falta de interés en las cosas de Dios, sobre todo en el conocimiento de su voluntad, expresada en las Sagradas Escrituras, equivale a abrirle la puerta al enemigo para que entre en nuestra mente a robar, a matar y a destruir.

Constantemente somos bombardeados con cientos de pensamientos que entran en nuestra mente, por eso necesitamos conocer la verdad, la voluntad de Dios, para poder escoger y discernir los que vienen del enemigo, para rechazarlos, de los que vienen de Dios para recibirlos, y hacerlos vida, pero la decisión es nuestra ¡de nadie más!

Satanás conoce nuestras debilidades y sabe cómo utilizarlas para sus propósitos y una de las herramientas que más usa es el TEMOR, y éste trae consigo preocupación, ansiedad, duda e incredulidad y con ello, nos ata y nos incapacita para que no tomemos las decisiones que nos ayuden a salir adelante. Él se aprovecha de las circunstancias adversas que nos rodean y les saca el mayor partido posible, trayendo a nuestra mente temores: al futuro, al fracaso, al rechazo, a la falta de provisión económica, a la enfermedad y la muerte, a enfrentar nuestros problemas.

Podríamos creer que el temor es un sentimiento natural con el que debemos aprender a vivir; sin embargo, la Palabra de Dios dice lo contrario.  En Ro 8,15 dice:  “Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios”; y en 1 Jn 4,18 también dice:  “Donde hay amor no hay miedo.  Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo”. El temor viene de Satanás y si le damos cabida en nuestras mentes y corazones, produce un efecto que va más allá de lo que suponemos. Por ello debemos buscar a Dios y confiar en Él, reconocer que, por su gran amor a nosotros, envió a su Hijo, para que, por su sacrificio hasta la muerte en la cruz, nos liberara del castigo que merecíamos por haber ofendido al Padre con nuestros pecados y disfrutemos de una vida nueva, plena, abundante. Eso significa que debemos abrir nuestro corazón para recibir el amor de Dios, a Jesús, que nos protegerá del temor.

Job, siendo un hombre justo delante de Dios, fue tocado por el enemigo para que blasfemara contra el Señor, pero, a pesar de todas las calamidades que le sobrevinieron se mantuvo fiel.  Sin embargo, hay algo en esta historia que tal vez ignoremos: Job era un hombre temeroso, como dice Job 3,25-26“Todo lo que yo temía, lo que más miedo me causaba, ha caído sobre mí. No tengo descanso ni sosiego; no encuentro paz, sino inquietud”.  

Aquí vemos que el ser justo delante de Dios, no lo eximió de sufrir las consecuencias de los temores que albergaba en su corazón.  Y no sólo le sobrevino todo lo malo a que él le temía, sino que además su corazón perdió la paz y el sosiego que viene de Dios.

No podemos vivir haciendo o dejando de hacer cosas por temor, pues éste le da al enemigo derecho y autoridad para hacer que lo que temamos suceda.  Por tanto, es muy importante que comencemos a determinar cuáles son los temores que guardamos en nuestro corazón para:

  • Confrontarlos con la Palabra de Dios.
  • Resistirlos y desecharlos de nuestra mente.
  • Llenar nuestra mente con la Verdad.
  • Decidirnos a creer en la Verdad  y vivir de acuerdo a ella.

El enemigo NO PUEDE hacernos cualquier cosa que desee en el momento que lo desee.  NOSOTRAS DEBEMOS DARLE PERMISO O AUTORIDAD, y como él lo sabe, tratará de engañarnos primero.  Por tanto, el poder que Satanás tenga sobre nuestra vida está total y completamente limitado hasta el punto en donde decidimos escuchar sus mentiras.  Es muy importante que entendamos que si el enemigo nos logra engañar para que le creamos, le estaremos dando el derecho de hacer que eso que tememos suceda (recordemos que el tiene poder que, aunque fue robado del cielo, sigue siendo poder). 

Piensa un momento:

¿En qué has creído últimamente?

¿Has estado creyendo en las mentiras del enemigo?

¿Has leído o estudiado la Palabra de Dios últimamente?

¿Has meditado en ellas?

¿Crees lo que Dios te dice a través de ellas?

Como creyentes, debemos hacer regularmente un inventario sobre lo que hemos estado pensando.  Esto es muy poderoso pues al poner en ello nuestra atención, con facilidad podremos determinar la fuente de nuestros pensamientos:  Todo lo que produce inquietud, temor, desconfianza, inseguridad, negativismo, sin lugar a equivocarnos sabremos que proviene del enemigo.  En cambio, todo lo que produce paz, seguridad, confianza, positivismo, sabremos que proviene de Dios.

En la Clase No. 3 vimos la fórmula que la Biblia nos da para no preocuparnos:  Fil. 4:6-7.  Esta también la podemos utilizar para no sentir temor.  

También vimos que Fil. 4:8 nos dice las cosas en que sí debemos pensar: ‘En todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor, en eso pensad”.

En 2 Cron. 20:1-30 se nos narra la historia de Josafat, quien, en determinado momento, se encuentra rodeado de un gran ejército y cuenta únicamente con un puñado de hombres para combatirlo.  Su situación era desesperada por lo que sintió temor.  Pero veamos qué fue lo que hizo:  “Josafat sintió miedo y decidió acudir al Señor.  Así que anunció un ayuno en todo Judá, y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor“. (versos 3 y 4).

Josafat no se dejó amedrentar por el temor sino reconoció su incapacidad para manejar la situación y pidió la ayuda del Señor (verso 12).  Todas en algún momento nos hemos visto en situaciones que no sabemos cómo enfrentar.  Hagamos como Josafat quien, en lugar de dejar que el temor anidara en su corazón y lo paralizara de pánico, decidió poner sus ojos en el Señor.  

Si continuamos leyendo, veremos la forma en que Dios respondió su oración (versos 15 y 17), y como ellos decidieron creerle a Dios y hacer lo que les mandó, ante sus ojos vieron cómo el Señor creó confusión entre sus enemigos, se atacaron entre ellos mismos y fueron derrotados (versos 22-23).

El enemigo nunca está satisfecho hasta que estamos total y completamente destruidas pues es perverso y se deleita en nuestro sufrimiento, nos quiere totalmente inútiles para el Reino de Dios y entre más nos rindamos al temor, la preocupación y a cualquier otro sentimiento negativo, le estaremos dando derecho de llevarnos a la siguiente etapa que es la DEPRESION.  

Puede ser que creamos que por ser cristianas ya no podemos caer en depresión.  Sin embargo, la Biblia nos habla de varios ejemplos de hombres justos que se dejaron llevar por sus temores y sentimientos negativos y terminaron en depresión, al punto de desear morir:  Elías (1 Reyes 19:3-4); Jonás (Jonás 4:1-3); David (Salmo 38:4-6).

De igual manera, Satanás podrá utilizar los temores, ansiedades, preocupaciones, sentimientos negativos que tengamos en el corazón para arrastrarnos lentamente a una depresión sin que nos demos cuenta.  Si frente a una situación difícil o desesperada te has sentido de alguna manera con deseos de no continuar, de apartarte del Señor, de no asistir a tu grupo, de no desear levantarte de la cama; si has pasado por períodos de sueño excesivo, falta de apetito, apatía, desánimo, falta de interés por lo que te rodea o de tu persona, tal vez sin darte cuenta has sufrido de depresión.  

Está comprobado científicamente que la depresión es una enfermedad.  Sin embargo, ya sabemos cuál es su origen y cómo podemos evitar caer en ella.  Es 

importante mencionar que la depresión puede afectar no sólo nuestra alma y espíritu, sino también nuestro cuerpo, produciendo enfermedades reales. Salmo 38:4-6.  Nuestro cuerpo es una unidad y lo que afecta al espíritu también afecta el alma y el cuerpo.  Al vivir con temores, angustias o preocupaciones, minamos  las defensas que Dios nos dio para combatir las enfermedades (sistema inmunológico) y nos volvemos vulnerables a los ataques de los agentes patógenos.  En vista de lo anterior, es importante que analicemos cómo reaccionamos ante los problemas y situaciones difíciles y pidamos ayuda ¡HOY!

Con todo lo anterior vemos la gran importancia que tiene vivir en gracia de Dios (sin pecado), para poder resistir al enemigo con firmeza y fuerza, para que éste huya de nosotras, como lo dice Stgo 4,7. Recordemos que el poder y la autoridad ya nos han sido dados por Dios por medio de Su Santo Espíritu. 

Jesús trató a las personas con mucha compasión, amor y cuidado.  Pero cuando se enfrentaba al enemigo, lo hacía feroz y fuertemente.  1 Juan 3,8b dice:  ‘Precisamente para esto ha venido el Hijo de Dios:  para deshacer (destruir) lo hecho por el diablo”.   En Juan 11:17-44 Jesús resucita a Lázaro.  En el verso 33 vemos cómo Jesús se conmueve y llora con ellos, pero cuando está frente al sepulcro, trata con el príncipe de la oscuridad, autor de la enfermedad y el dolor y lo hace con autoridad y firmeza (verso 43).

Por tanto, cuando trates con las obras del diablo:  No te quejes ni lamentes con lloriqueos, permanece firme, resístelo, ataca al enemigo con la Palabra de Dios y échalo de tu vida con autoridad, Él quiere que seamos victoriosos y no víctimas, por ello nos ha dado poder muy grande con el que podemos salir vencedores: el Nombre de Jesús, UTILÍZALO!  

ORACIÓN DE PERDÓN por dar cabida al temor, a la preocupación, a la duda y la angustia.  Renunciar a Satanás y a sus engaños, quitarle autoridad que le hayamos dado y echarlo fuera, en el nombre de Jesús.  pedirle al señor llene nuestro corazón y mente de su palabra por medio del Espíritu Santo y darle gracias por la victoria en cristo Jesús.     AMEN.

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