EL SIGNIFICADO DE LA NAVIDAD ES EL AMOR
¿Cuál es el significado de la Navidad? El amor, el amor que Dios nos ha manifestado, como dice Jn 3,16-17: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.”El significado de la Navidad es pues, la celebración de este acto de amor, porque es cuando celebramos la venida del Hijo de Dios hecho hombre, para salvarnos. Por eso es una época de gran gozo, de compartir, de regalar, de tener comunión con el prójimo.Desde que nacemos venimos con el pecado original, que es la herencia de nuestros primeros padres, pero no todo pecado es por su culpa, nosotros también nos hemos revelado contra Dios, yendo en contra de su voluntad, de sus Mandamientos, por lo que merecíamos el castigo de la separación eterna de nuestro creador; pero Él por amor y para que no nos perdamos por la eternidad, así como antes había enviado a otros muchos profetas, a los que los hombres no les hicieron caso, envió a su único Hijo, para que estableciera otro pacto, un pacto nuevo y eterno, un pacto de salvación, para que disfrutemos la vida, para que lo conozcamos y tengamos una relación de amor con Él.Sin embargo, también le dimos la espalda a Jesucristo, su enviado; y minimizando su sacrificio, al pecar, al salirnos de los Mandamientos y romper sus normas y enseñanzas, despreciando así a quien solo nos ha mostrado su amor, debíamos pagar las consecuencias: dolor, enfermedad, tribulación, sufrimiento de todo tipo.Pero, en cada Navidad, celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, que se hizo hombre para confirmar el pacto nuevo y definitivo con toda la humanidad, pagando con su propia vida para obtener así nuestra redención, como dice San Pablo en Ro 6,10 “En cuanto a la razón de su muerte, murió para liberarnos definitivamente del pecado.” Eso es lo que celebramos. Celebramos que hace casi 2000 años Jesús nos trajo buenas nuevas de amor, de paz, de esperanza y nuestra liberación de las cadenas del pecado por su sacrificio en la cruz, y que, al morir en nuestro lugar, nos dio una vida nueva, plena y abundante en la que podemos tener nuevamente una relación con Dios para conocerlo, amarlo y mantener la esperanza de que hemos sido salvados del castigo que merecíamos y podremos disfrutar de su presencia por la eternidad.Desde luego nuestros pecados deben ser perdonados y para eso el Señor Jesús, instituyó el Sacramento de la Confesión o Reconciliación que ya vimos en otro progama.Por eso podemos decir que la verdadera historia de la Navidad, es la historia de Dios hecho hombre en la Persona de Jesucristo, porque nos ama, porque Él es amor, dice 1 Jn 4,8, y porque necesitábamos un Salvador.La razón por la que necesitábamos un salvador es que, como dice San Pablo “la paga del pecado es muerte”, y “todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.” Ro 6,23 y 3,23, pero para que nuestros pecados fueran perdonados, debía haber derramamiento de sangre, pues: “No hay perdón de pecados si no hay derramamiento de sangre.” Heb, 9,22Y para perdonar nuestros pecados, de una vez y para siempre, era necesario un sacrificio especial, ya no de un cordero, sino de aquél que fue la víctima perfecta, pues no solamente es el hijo de Dios hecho hombre, sino que nunca pecó, como dice 2Co 5,21 “Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.” Así que la razón por la que debemos celebrar con verdadera alegría la Navidad, es el nacimiento de quien vino para que, con su muerte, fuéramos liberados del castigo que merecíamos al haber ofendido al Padre, y por el derramamiento de su sangre nuestros pecados fueran lavados, es decir, que por su sacrificio podamos desde ahora disfrutar de vida plena y abundante. Y eso es motivo de alegría.Por ello celebramos la Navidad cada año con gratitud hacia Dios y su Hijo Jesucristo. Así que conmemoremos y celebremos Su nacimiento adorándolo y dándole gracias con gozo, manifestando nuestra alegría dándonos regalos unos a otros, y compartiendo con los pobres y los menos afortunados.Recordemos entonces que el verdadero significado de la Navidad es el amor que Jesús nos manifestó al extremo al dar su vida por nosotros. Y por ello, debemos manifestar alegría, pues Jesús en obediencia al Padre y para llevar a cabo el Plan de Salvación de la humanidad, nos amó y proveyó el camino – el único Camino – para que pasemos la eternidad con Él.El Hijo único de Dios se hizo hombre para que, el castigo que merecíamos por nuestros pecados fuera ejecutado en Él. Él pagó el precio total y por eso estamos libres de condenación cuando aceptamos este regalo gratuito de amor, al aceptar a Jesús como Salvador y Señor. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Ro 5,8.Insisto, esta es una razón más que suficiente, para que estemos agradecidos y gozosos en esta celebración.Por ello Navidad no es la celebración de una fecha, sino del hecho que nació nuestro salvador, y éste fue el evento absolutamente decisivo en la historia de la salvación. Es la conmemoración del significado de ese hecho que fue anunciado en las profecías del Antiguo Testamento, como se lee en Is 9,5: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre: “Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de Paz.”Ese hecho fue de tal magnitud que todo el cielo lo celebró, como se lee en Lc 2,8-14: “Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.” En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!”Dice al inicio de la cita, que el ángel se les apareció a unos pastores para anunciarles la buena Nueva, confirmando así, lo que dicen otros lugares del evangelio: que los primeros en recibir el anuncio del nacimiento de Jesús son los pobres y los humildes. Ellos son los escogidos para recibir los privilegios de Dios.Jesús mismo es quien lo confirma, como leemos en Lc 4,18-19, ahí dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” Y al decir pobres, se refiere a los pobres de espíritu, a los necesitados espiritualmente, los que están llenos de cosas materiales y vanas.También en el Sermón del Monte, en Mt 5.1–12, Jesús explica lo que realmente cuenta ante Dios. Leemos los versos 3 y 4: “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el reino de los cielos.” “Dichosos los que sufren, porque serán consolados.” Así que aún en medio de las penas, de las enfermedades, de la escasez, es decir, cuando nos falten o no tengamos las cosas más necesarias para vivir; aun cuando no tengamos trabajo, cuando el dolor de la muerte de un ser querido nos invada; confiemos en que Dios, que nos ha dado a su propio hijo para que recuperáramos la relación con Él, nos consolará y dará lo que necesitemos para vivir dignamente como hijos suyos y nos proveerá de la fortaleza espiritual para mantenernos firmes en su voluntad. Pero, debemos hacer lo que nos corresponde, tener fé, confiar en Él, obedecerle, y aunque todo pareciera ir en contra, mantener la esperanza de que Él cumplirá sus promesas, como las ha cumplido hasta ahora.Recordemos que el Adviento, esta temporada previa a la Navidad, nos hace ver que lo que Dios ha prometido, se cumplió. Y es así para que aprendamos a tener esperanza. Y al ver que Jesús ya vino, crece en nosotros la confianza y la esperanza.El tiempo de Adviento nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a prepararnos para el futuro.Recordar el pasado: que invita a celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén, su primera venida, en carne, lleno de humildad y pobreza, en cumplimiento de las promesas dadas por los profetas. Jesús vino como uno de nosotros; como hombre entre los hombres para enseñarnos a vivir como él. Por ello San Pablo dice en Filipenses 2,5-8. “Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús el cual: Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz”.
Y nos dejó un ejemplo de sencillez, de humildad y de santidad, a pesar de que vivió y sufrió como nosotros. Recordar el pasado nos lleva, a mantener presente de dónde nos rescató el Señor y ser agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros.Debemos también vivir el presente. Esto significa que debemos manifestar la presencia de Jesucristo en nosotros hoy, a través de nuestro testimonio, esto significa que debemos ser los instrumentos de Dios para mostrar su amor y misericordia, llevando la paz y la alegría del Señor a quienes no lo conocen y a quienes se han alejado de Él.
De igual manera debemos prepararnos para el futuro, para la Parusía, la segunda venida de Jesucristo, viviendo cada día según sus normas y enseñanzas, confiando en que Él cumple sus promesas, por lo que podemos estar seguros que vendrá de nuevo con poder y majestad a llenar todo corazón con su amor, con su paz, con el gozo de su presencia, y a secar toda lágrima de dolor y de infelicidad. Recordar esto nos dará consuelo en las circunstancias difíciles de nuestra vida.
Saber que hemos sido liberados de toda culpa que nos alejaría de la presencia del Padre eternamente, deberá darnos paz y gozo permanentes. Sobre todo en la celebración de la Navidad, porque es el recordatorio del momento en que el Hijo único de Dios, que se encarnó en la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo, vino al mundo como uno de nosotros para traernos la salvación
Así que, como dijo San Pablo en Fil 4,4 y lo repite en 1Ts 5,16: “Estén siempre alegres, se lo repito, estén alegres.” Y cuánto más, cuando celebramos el nacimiento de quien vino a traernos la libertad y la vida plena para la eternidad. Que así sea.