Skip links

ACEPTACIÓN DEL SUFRIMIENTO

ACEPTACIÓN DEL SUFRIMIENTO

La carta a los hebreos nos motiva a mantenernos firmes, en lucha constante para alcanzar la santidad, como Jesús, que es ejemplo de firmeza en la voluntad del Padre celestial, dice: «Nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante 

Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.

Por lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen.  Pues ustedes aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado.»  Heb 12,1-4

Nos dice que debemos querer hacer la voluntad de Dios, que debemos obedecer sus enseñanzas y mandamientos. Si queremos hacerlo solo con nuestras fuerzas, no podremos, pero podemos pedir ayuda a Dios, y Él nos dará las fuerzas para que lo logremos. Él ya venció a nuestros enemigos y si dejamos que Él vaya delante mostrándonos el camino y lo seguimos, nos guiará a la victoria. En la batalla que nos toque enfrentar estará con nosotros hasta que resultemos vencedores. Y eso vale también hoy frente a la Pandemia y sus consecuencias.

Podemos acudir a Dios con confianza, pero también con humildad, reconociendo que es el Creador de todo cuanto existe, el poderoso, justo, bueno, misericordioso, sabio, que es amor y nuestro proveedor, nuestro auxilio, nuestra paz y nuestro gozo, nuestro sanador, nuestro defensor, nuestro consuelo, “nuestro Rey”; y en consecuencia, debemos dar testimonio, contar a todos, lo que ha hecho en nuestras vidas, y mostrar así su misericordia.

Pero debemos reconocer que, aun lo que podríamos considerar que no es bueno para nosotros, Él lo permite para nuestro bien y para Su Gloria, “aunque no lo comprendamos”. San Pablo lo dijo plenamente convencido, por experiencia personal, en su carta a los cristianos de Roma 8,28. Ahí leemos: Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.

Si tú amas a Dios, estás cumpliendo la primera condición, la segunda es que respondiste a su llamado y estás tratando de cumplir su voluntad, de seguir sus enseñanzas. Y la tercera es aceptar que Dios tiene un propósito de bendición para tu vida, manifestando así Su Gloria.

 En la carta a los hebreos, se lee un mensaje que nos hace ver que hay situaciones que Dios permite para corregir nuestra conducta, dice:

No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda.  Porque el Señor corrige a quien él ama, y castiga a aquel a quien recibe como hijo.”  Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como a hijos.

Además, cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida?   Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él.  Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud. Heb 12,5-11 

Dice al final si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud, significa, que no debemos olvidar la lección aprendida en el momento de la prueba, para disfrutar de paz y rectitud.

Tenemos mucho que aprender de la situación que estamos pasando. No podemos enfocarnos solamente en los aspectos negativos que obviamente trae consigo la pandemia, no debemos quedarnos solamente en los lamentos y quejas, debemos aprender de esto y cambiar nuestra conducta, nuestra forma de vida material y enfocarnos en la voluntad de Dios para vivir de acuerdo a ella. Entonces, debemos conocerla estudiando las Sagradas Escrituras, sólo así podremos hacerlas vida y agradar a Dios, que quiere bendecirnos.

Tenemos mucho que aprender y debemos estar atentos a lo que nuestro Padre celestial quiere decirnos sobre nuestras relaciones y el trato con los demás, con nuestra familia sobre todo. También quiere decirnos algo sobre nuestra responsabilidad como personas, como miembros de la sociedad, sobre nuestra relación con la naturaleza. Nos está mostrando que debemos dejar nuestro egoísmo y enfocarnos en el servicio a los demás. Nos está haciendo ver las cosas verdaderamente importantes. Debemos cuidarnos y estar atentos pues nuestro Padre nos mostrará nuevas formas de vivir.

Debemos dejar de quejarnos de lo que no sale de acuerdo a nuestras expectativas. No hemos llegado a padecer como nuestro Señor Jesús. Él es nuestro ejemplo de valor y determinación, de gratitud y de obediencia al Padre. Y el resultado de su obediencia es que resucitó a una vida gloriosa y está con el Padre, así que aceptemos con humildad la corrección que por medio de la pandemia nos está dando.

Miremos lo que hemos recibido, meditemos en lo que Jesús vino a darnos, y honrémoslo con una vida recta, de entrega, de servicio por amor a Dios y a los demás.

Los seguidores de Cristo, que nos mantenemos firmes en la Iglesia que Él fundó hace casi dos mil años, podemos: ● A través de nuestra oración, llegar a la presencia del Padre. ● Acudir al culto a Dios por excelencia, con Jesucristo, que se hace presente en cada Misa y nos invita a tomarlo en la Santa Comunión para llenarnos de Su presencia, de su Amor, Paz, Gozo y Fortaleza y dirigidos por el Espíritu Santo podamos seguir adelante tomados de su mano. Porque la Misa es una asamblea de la Iglesia convocada por el Señor, en la que Jesús sale al encuentro de sus seguidores y está en medio de nosotros para revelar su presencia de resucitado y comunicarse a con nosotros mediante las Escrituras y el pan convertido en su cuerpo.

Sin embargo, parece que no hemos comprendido lo que significa tal bendición. Lo hemos tenido siempre tan a la mano, que perdimos de vista su importancia. Buscamos cada vez más las comodidades y por estar en ese proceso, ya no buscamos ni queremos cumplir con las normas de Dios, ya no nos interesa agradarlo o no queremos hacerlo. Nos hemos dejado influenciar por el mundo. Hemos sucumbido ante los deseos de la carne sin poner resistencia, y tal vez argumentando que Dios es misericordioso y que hemos sido redimidos por Jesús y nos perdonará lo que hagamos. ¿Vivimos conscientes de lo que ello significa? Eso es pretender que Dios es un sirviente que deberá dejar pasar todos nuestros caprichos.

Parece que también se nos olvidó que participar en Misa, no se trata solo de reunirnos para recibir de Dios, también vamos a entregarnos a Él, a llenarnos de Su presencia para servirle mejor, para ser sus instrumentos y dejarnos conducir para hacer, siempre y en todo, Su voluntad, tratando de agradarlo, de honrarlo. Por ello debemos pedirle que nos ayude dándonos sabiduría, fuerza y amor para alcanzar nuestra santidad, para ser como Él.

Nos indica Heb 13,1-3, que para agradar a Dios, debemos enfocarnos en nuestro prójimo: “No dejen de amarse unos a otros como hermanos. No se olviden de ser amables con los que lleguen a su casa, pues de esa manera, sin saberlo, algunos hospedaron ángeles. Acuérdense de los presos, como si también ustedes estuvieran presos con ellos. Piensen en los que han sido maltratados, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo”.

Y si lo adaptamos a la situación actual, podemos agregar “Piensen en los enfermos, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo.Significa que debemos orar e interceder por ellos y hacer cuanto podamos para ayudar a quienes están contagiados y a quienes los están cuidando.

Y para quienes están preocupados por la situación económica, esa carta continúa diciendo: “No amen el dinero; conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré.” Así que podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayuda; no temeré.”   –“El Señor es tu ayuda; no temas.”

También el Evangelio de San Mateo nos traslada en el capítulo 6, versos 31-34 una enseñanza de Jesús sobre ese tema, dice: “No se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’  Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan.  Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas.Esto significa que Dios proveerá de lo que se necesita para vivir dignamente como sus hijos.

Las Sagradas Escrituras nos hacen ver nuestra vida y nuestra conducta, pero no para hacernos sentir mal, sino para que viendo los errores que hemos cometido, los corrijamos.

El Señor Jesús nos hace ver que a pesar de nuestras debilidades, caídas y errores, Él quiere que disfrutemos de la vida nueva que vino a darnos. Dijo yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”Jn 10,10b   Podemos tener esa vida, para hacerlo, debemos abrir nuestro corazón a Jesús, reconociéndolo como Salvador y Señor. Entonces con confianza podremos acudir a Él en las situaciones en las que tengamos temor por la posibilidad de contaminarnos o por la escasez económica o por la falta de trabajo. Porque dijo “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar.” Mt 11,28

Si eres seguidor de Cristo y le amas, pon tu fe en acción:Ponte de nuevo en paz con Dios, y volverás a tener prosperidadDeja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras. Si te humillas, y te vuelves al Todopoderoso, y alejas el mal de tu casa, de tu vida, de tu corazón, y si miras aun el oro más precioso como si fuera polvo, como piedras del arroyo, el Todopoderoso, Dios,  será entonces tu oro y tu plata en abundancia. Él será tu alegría, y podrás mirarlo con confianza.  Si le pides algo, él te escuchará, y tú cumplirás las promesas que le hagas. Tendrás éxito en todo lo que emprendas; la luz brillará en tu camino. Job 22,21-28

 

-Nos damos cuenta de la necesidad de conocer las Sagradas Escrituras, que es donde Dios nos habla cada día.-

 

Este es el mejor momento para volver nuestro rostro a Dios Padre dispuestos a realizar los cambios que sean necesarios para agradarlo, para agradar a Jesucristo, que se entregó para darnos una vida nueva, para agradar también al Espíritu Santo que está continuamente cerca de nosotros para conducirnos por el camino de bendición y hacer lo necesario para que lo logremos, Dios lo prometió, dijo “Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.” Josué 1, 9

Y para iniciar ese proceso de cambio, o de confirmación de nuestro deseo de obedecer y agradar a Dios y recibir de Él su ayuda y bendición, te invito a que me acompañes en la siguiente oración:

Señor Dios y Padre nuestro, en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con la dirección del Espíritu Santo, de común acuerdo, te damos gracias por el don de la vida, por haber escuchado tu palabra, porque nos ha hecho entender que te debemos honrar, y servir a través de nuestro prójimo; que debemos buscar la santidad siempre, que debemos dejar nuestros intereses y enfocarnos en las necesidades de los demás, que no debemos temer sino confiar en ti.

Te pedimos perdón por quejarnos, por reclamarte, por renegar de lo que tenemos o de lo que no tenemos, por nuestro miedo, enojo y soberbia. Perdónanos Señor por la falta de comprensión a nuestro prójimo, sobre todo a los más cercanos, nuestra familia.

Reconocemos tu bondad, misericordia, sabiduría y providencia; porque aún estamos vivos y nos das oportunidad de seguir adelante; y con tu dirección, lo lograremos. Gracias, porque nos sanaste de cuerpo, alma y espíritu. Gracias porque enviaste a tu Hijo Jesús para salvarnos y darnos vida nueva, Gracias por el Espíritu Santo que nos acompaña, nos conduce y nos da las herramientas para que salgamos vencedores. Ayúdanos en nuestra búsqueda de tu voluntad para que seamos fieles en los momentos felices y también en los momentos de dificultad. Y llena nuestra vida con tu presencia, con tu paz, con tu amor y tu luz para que seamos testigos de tu misericordia. Amén

 

X