LA DIDAKÉ 3ª parte
En este tercer programa dedicado a La Didaké o Doctrina de los Doce Apóstoles, presentaré la segunda parte del documento que trata de la Vida Litúrgica y podremos notar que la vida litúrgica de la Iglesia Católica hoy, se mantiene prácticamente igual que al inicio de la Iglesia fundada por Jesucristo.
Dice en el Capítulo siete, que nos habla del Bautismo: Respecto del Bautismo, bauticen de esta manera: bauticen en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, en agua viva. En el uso ordinario la expresión agua viva se refiere al agua corriente o de manantial. Jesús la utiliza como símbolo de los dones que él ofrece al que cree. Se la llama viva porque corre, en contraposición a la estancada. Es agua que da vida, como se lee en Ex 17, cuando Yahveh le dice a Moisés: “Yo estaré esperándote allá en el monte Horeb, sobre la roca. Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella para que beba la gente.” También se refiere al Agua viva que, como narra Jn 19,34, brota de Cristo crucificado como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna, es decir nos lleva al Padre, como dice San Ignacio de Antioquía, cuando escribe: “Mi deseo terreno ha desaparecido; hay en mí un agua viva que murmura y que dice desde dentro de mí “Ven al Padre”.
En este sentido podemos comprender mejor lo que Jesús dice en Jn 4,14 “El que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna.”
Continúa el texto diciendo: Si no tienes agua viva, que corre o de manantial, bautiza con otra agua, si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con caliente. Si no tuvieras ni una ni otra, derrama tres veces agua sobre la cabeza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Notamos aquí lo significativo de este testimonio, que se relaciona con la práctica habitual de la Iglesia Católica.
Luego, en el capítulo octavo, trata sobre el ayuno cristiano: Sus ayunos no han de ser al mismo tiempo que lo hacen los hipócritas. Se refiere a los fariseos, y en relación a la oración cristiana dice: No oren tampoco como los hipócritas, sino tal y como enseñó el Señor en su Evangelio, es decir en su Doctrina. Tienes que orar así: “Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra. El pan nuestro de nuestra subsistencia, dánoslo hoy; y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación, mas líbranos del Maligno. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.” Así orarás tres veces al día.
Luego, en el capítulo nueve lo dedica a la Eucaristía o Comunión, memorial del sacrificio de Cristo, donde actúa en plenitud para la transformación de los hombres y es el centro de la vida de la Iglesia dice: “Respecto a la Eucaristía, darás gracias de esta manera:
Primeramente, sobre el cáliz o copa que contiene el vino transformado en la sangre de Cristo dirás: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.
Luego, sobre la fracción del pan: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jesús tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea congregada la Iglesia de los confines de la tierra en tu reino, refiriéndose a que, de los diferentes granos de trigo, hechos harina se unen en el pan. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.
Y termina el capítulo nueve con la siguiente recomendación: Que nadie coma y beba de tu Eucaristía, sino los bautizados en el nombre del Señor. Pues justamente sobre esto dijo el Señor “No den lo Santo a los perros”. Esto significa que solo el bautizado, es decir el “santo”, quien esté en gracia de Dios, reconciliado con Dios (confesado), y reconciliado con los hermanos, como dice Mt 5,24, puede recibir la Eucaristía.
En el capítulo diez dice: Después de comer el cuerpo del Señor, da gracias de este modo: Te damos gracias, Padre nuestro por tu Santo nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos manifestaste por medio de Jesús tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.
Tú, Señor Omnipotente, que lo puedes todo, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres comida y bebida para su disfrute a fin de que te den gracias; mas a nosotros nos concediste comida y bebida espiritual y vida eterna por tu Siervo. Esto significa que la Eucaristía, la comida y bebida espiritual, nos da la vida eterna y nos proyecta a la segunda venida del Señor. Pero para tomar la Eucaristía debemos amar al Señor pues como dice 1Co 16,22 Si alguien no ama al Señor, ¡que caiga sobre él la maldición de Dios! ¡Ven Señor! Aquí San Pablo se refiere a que no debemos comer el cuerpo de Cristo indignamente.
Continúa el texto diciendo: Acuérdate Señor de tu Iglesia para liberarla de todo mal y perfeccionarla en tu amor, y reúnela, santificada, de los cuatro vientos en el reino que Tú preparaste. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga Gracia y pase este mundo.
Hosanna al Dios de David.
El que sea santo, que se acerque: el que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. Amén. Y termina diciendo: A los profetas, permítanles que den gracias cuanto quieran.
Luego y como cierre del tema Liturgia, habla de la Unción diciendo:
Respecto al óleo de la Unción, este texto, propio de la versión copta, no explica si se trata de la unción de la Confirmación o de la unción de los enfermos, del cual Santiago dice en Stg 5,14-15 “Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y en el nombre del Señor lo unjan con aceite. Y cuando oren con fe, el enfermo sanará, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.” Pues bien, La Didaké dice: Respecto al óleo de la Unción, den gracias de esta manera: “Te damos gracias, Padre nuestro, por el óleo de la unción que Tú nos manifestaste por Jesucristo, tu Siervo. A ti sea la gloria por los siglos.
Después el documento pasa a tratar sobre los ministerios eclesiales y habla de los apóstoles y profetas diciendo:
Así pues, al que venga a ustedes y les enseñe todo lo antes dicho, recíbanle; pero, si extraviado el maestro mismo, les enseña otra doctrina para su disolución, es decir para su división o destrucción, no le reciban. Al que enseñe, en cambio, para aumentar su justicia y conocimiento del Señor, recíbanle como al Señor.
Respecto a los Apóstoles y profetas, procederán conforme a la doctrina del Evangelio, es decir según la enseñanza de Jesucristo. Como apóstoles se refiere a los evangelizadores ambulantes que son un lazo de unión entre las iglesias particulares ya que en el Nuevo Testamento reciben el título de “Apóstoles” no solo los doce, sino también otros en cuanto a testigos de Cristo resucitado como menciona Hch 1,21-22 “Tenemos aquí hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús estuvo entre nosotros, desde que fue bautizado por Juan hasta que subió al cielo. Es necesario, pues, que uno de ellos sea agregado a nosotros, para que junto con nosotros dé testimonio de que Jesús resucitó.”
Continua diciendo: Todo apóstol que venga a ustedes, recíbanlo como al Señor. Pero también proporciona una alerta sobre los engañadores cuando dice: El Apóstol no permanecerá entre ustedes sino un solo día; si hubiera necesidad, otro más. Pero si permaneciera tres días, es un falso profeta.
Al salir de entre ustedes, el Apóstol no ha de tomar nada consigo, si no fuere pan, hasta su nuevo alojamiento. Pero si pide dinero, es un falso profeta.
Luego, la Didakéh da un salto a la conducta frecuente del pueblo y dice: No juzguen al profeta. No examinen ni juzguen a ningún profeta que habla en espíritu, porque todo pecado se perdonará, pero este pecado no se perdonará. Sin embargo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tenga costumbres del Señor, es decir solamente quien se comporte según las enseñanzas de Cristo. Así pues, por sus costumbres se conocerá al verdadero y falso profeta.
Luego pasa a mostrar las señales del discernimiento para identificar al verdadero y falso profeta, dice:
Todo profeta que manda en espíritu a poner una mesa, no come de ella, en caso contrario, es falso profeta. Y si un profeta enseña la verdad, pero no cumple lo que enseña, es un falso profeta.
Todo profeta que se ha probado de ser verdadero, que hace algo para el ministerio mundano de la Iglesia, pero no enseña a hacer lo que él hace, no ha de ser juzgado por ustedes, pues él tendrá su juicio con Dios. Del mismo modo obraron los antiguos profetas.
Pero el que diga en espíritu: Dame tu dinero y otras cosas, no lo escuchen, sin embargo, si dijera que se dé para otros necesitados, que nadie le juzgue ni critique.
En cuanto a los peregrinos y los vagos, el documento dice: Todo el que llegue a ustedes en el nombre del Señor, recíbanlo, luego, al examinarlo, le conocerán, por su derecha y por su izquierda, pues tienen inteligencia. Se refiere a que el Señor ha dado los dones de discernimiento y sabiduría para bendición y protección.
Si el que llega es un caminante, ayúdenle en lo que puedan. Sin embargo, no permanecerá entre ustedes sino dos días y si hubiera necesidad, tres.
Si quiere establecerse entre ustedes y tiene un oficio que trabaje y así se alimente. Si no tuviera oficio, provéanle conforme a su prudencia para que no viva entre ustedes ningún cristiano ocioso. En caso de que no quisiera hacerlo así, es un traficante de Cristo, (es decir quienes transforman el evangelio y la religión en un negocio). Estén alerta de tales personas.
En cuanto al sustento de profetas y maestros dice: Todo profeta verdadero, que quiera establecerse entre ustedes, es digno de su sustento.
Igualmente, el maestro verdadero merece también, como el trabajador, que le alimenten. Por lo tanto, de todos los productos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, darás las primicias a los profetas, pues ellos son sus sumos sacerdotes. (“Lagar” es el lugar donde se pisa la uva, se prensa la aceituna o se machaca la manzana para obtener el mosto, el aceite o la sidra y “era” es el lugar que se destina para realizar la trilla de la mies y para secar la lana de las ovejas.)
Sigue diciendo: Si no tienen profeta, dénselo a los pobres.
Si amasas pan, toma las primicias y dalas conforme al mandamiento. (Según las normas dadas por Dios en el libro del Levítico). Igualmente, cuando abras un cántaro de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas. Toma de tu plata y vestidos y de toda tu riqueza da primicias que te parezcan y dalas conforme al mandamiento.
Luego el documento pasa a tratar lo concerniente al día del Señor, dice: Reúnanse el día del Señor (el domingo), partan el pan y celebren la acción de gracias, después de haber confesado sus pecados, a fin de que su sacrificio sea puro. Refiriéndose a la celebración de la Misa, en la que lo más importante es la Comunión.
Y continúa: Todo el que tenga una contienda, o pelea con su prójimo, no se junte con ustedes hasta que se hayan reconciliado, a fin de que no se profane su sacrificio. Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: “En todo lugar y en todo tiempo, se me ofrece un sacrificio puro, porque Yo soy Rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones.”
Luego el documento pasa a enseñar sobre la elección de obispos y diáconos, dice: Elíjanse, pues, obispos y diáconos dignos del Señor, que sean mansos, desinteresados, veraces y probados. Porque también ellos les sirven al ministerio de profetas y maestros. No los desprecien pues, porque ellos son los que alcanzan honor entre ustedes, juntamente con los profetas y maestros.
Y sobre la corrección fraterna dice: Corríjanse unos a otros, no con ira, sino con paz, como lo dice el Evangelio. Nadie hable con el que faltó contra otro, ni que él oiga palabra de ustedes, hasta que se arrepienta. Sus oraciones, sus limosnas y todas las demás acciones, las deberán hacer como lo dice el Evangelio de nuestro Señor.
Y al final, el documento se enfoca en la venida del Señor y exhorta a la vigilancia: Dice: Vigilen sobre su vida, que no se apaguen sus linternas, ni se desciñan sus cinturas, también en Lc 12,35 se lee: “Estén preparados y con la cintura ceñida, y con las lámparas encendidas.”, y continua diciendo: estén preparados, porque no saben la hora en la que ha de venir su Señor.
Reúnanse con frecuencia y busquen lo que conviene a sus almas, pues de nada aprovechará todo el tiempo de su fe, si en el ultimo momento no son perfectos. Reunirse a orar y a estudiar las Sagradas Escrituras,Básicamente se trata de la Misa; porque en los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos, y el amor se convetirá en odio. Porque creciendo la maldad, los hombres se aborrecerán unos a otros y se perseguirán y traicionarán. Y entonces aparecerá el extraviador del mundo como hijo de Dios, y hará señales y prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá crímenes los cuales no fueron desde los siglos. Es decir, cometerá crímenes como nunca antes se cometieron.
Entonces la creación de los hombres vendrá al abrasamiento de la prueba y muchos se escandalizarán y perecerán, mas los que perseveren en su fe se salvarán por el mismo que aquellos maldicen. Y entonces aparecerán los signos de la verdad. Primeramente, el signo de la apertura en el cielo; luego, el signo de la voz de la trompeta; y el tercero, la resurrección de los muertos. Mas no de todos, sino como fue dicho: “Vendrá el Señor y todos sus santos con Él”. Entonces verá el mundo al Señor que viene sobre las nubes del cielo.
Se notan aquí las señales de la Parusía o venida gloriosa del Señor, que responden en general a las que mencionan los Evangelios sinópticos. Estas no son señales cronológicas. Solo recuerdan que la venida del Señor es segura y que es preciso que nos mantengamos vigilantes siempre. Estemos pues, atentos y preparados para recibir al Señor cuando venga. Que así sea.