EL CAMINO DE LA VIDA
Tomado de la primera parte de la Didaké
Tomado de la “Didaké” o “Doctrina de los Doce Apóstoles”, el más antiguo escrito cristiano no canónico, descubierto en 1975 por el arzobispo griego Filoteo Birennios, cuyo autor es desconocido, pero considerado por Karl Bihlmeyer, Teólogo católico e historiador de la iglesia alemán, como “una perla preciosa de la primitiva literatura cristiana y el hallazgo más valioso que en este terreno se ha realizado en los últimos tiempos”. Es, podría decir, un resumen de las enseñanzas que los apóstoles escucharon de labios de Jesucristo y que sirvieron transmitirlas a los nuevos conversos de los primeros siglos, como a nosotros hoy.
Estamos seguros, que con los dos programas que iniciamos hoy con el primer capítulo de la Didaké o Doctrina de los Doce Apóstoles, se acrecentará el conocimiento y la fe de los oyentes y de cuantos gozan de la experiencia del Espíritu Santo en sus vidas. La sencillez con que el escritor nos narra de cómo practicaban los primeros cristianos en los albores de la Iglesia, aún antes de que fueran escritos los Evangelios, produce un gozo profundo; pareciéramos tomados de la mano a través del tiempo con aquellos hombres que mandados por el Señor enseñaban a vivir en la comunidad cristiana, a cumplir el mandamiento del amor, a vivir el bautismo, a alimentarse con la Eucaristía. Nuestro espíritu se siente identificado con aquellos hermanos que, como nosotros, lucharon día y noche para ganar la dura batalla contra el mal, en sí mismos y en el mundo, y nos da confianza en la esperanza que tenemos en nuestra resurrección, sabiendo que algún día estaremos como ellos, y con ellos, contemplando el rostro de nuestro Dios.
El primer capítulo, titulado Los Dos Caminos, empieza haciendo referencia al camino de la vida que es esencialmente el camino del amor a Dios y al prójimo, que es la síntesis de todos los mandamientos como menciona Jesús en Mt 22,37-40. Y dice así:
Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos.
El camino de la vida es éste: En primer lugar, amarás a Dios que te ha creado; y en Segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Y todo aquello que no quieras que se haga contigo, no lo hagas tú tampoco a otro.
Mas la doctrina o enseñanza, de estas palabras es como sigue: y continua con la enseñanza de Jesús que encontramos en los evangelios de Lc 6,27-35 y Mt 5,38–48; 7,12 que se deben considerer como temas que merecen especial atención de nuestra parte. Dice:
“Bendigan a los que los maldicen y oren por sus enemigos, y aún ayúnen por los que los persiguen. ¿Pues, qué gracia tiene que amen a los que los aman? ¿No hacen también eso mismo los gentiles? Es decir los paganos, los que adoran a ídolos o falsas divinidades. Ustedes amen a los que los aborrecen y no tendrán enemigos. Este es un precepto típicamente cristiano que el mundo antiguo no conocía. Y sigue:
Absténte o private de los deseos carnales y corporales.
Si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la izquierda y serás perfecto.
Si uno te fuerza a ir con él una milla, acompáñale dos.
Si alguien te quitara el manto, dale también la túnica.
Si alguien te quita lo tuyo, no lo reclames.
A todo el que te pida, dale, y no se lo reclames, pues el Padre quiere que a todos se dé de sus propios dones.
Bienaventurado el que da, conforme al mandamiento, pues es inocente. Mas, ¡ay del que recibe! Porque si recibe por necesidad, será inocente; pero el que recibió sin necesidad, tendrá que dar cuenta por qué y para qué recibió. Será puesto en prisión y no saldrá de allí hasta pagar el ultimo centavo. Esta parte seguramente fue agregada por los apóstoles, viendo los abusos que, apelando al buen corazón de los cristianos, cometían algunos que pedían sin tener necesidad.
Y aún sobre esto fue dicho: “Que tu limosna sude en tus manos, hasta que sepas a quien das”. Si bien este dicho no aparece en el evangelio, se cita en la tradición Cristiana.
Y continua el texto diciendo:
El Segundo mandamiento de la Doctrina es éste: No matarás.
Y en seguida enumera otros pecados que coloca al mismo nivel de no matar, mostrando así la gravedad de éstos, los cuales menciono a continuación, de ellos, el primer grupo son obviamente una forma de matar; dice:
No cometerás adulterio. No corromperás a los niños. No fornicarás. No robarás. No te dedicarás a la magia ni a la hechicería. No matarás al hijo en el seno de su madre, es decir, no abortarás, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás o desearás en exceso los bienes de tu prójimo.
Los pecados que menciona en el siguiente grupo son: No perjurarás, es decir no jurarás en falso. No levantarás falsos testimonios. No calumniarás, o no acusarás falsamente a alguien con la intención de causarle daño o de perjudicarle, ni guardarás rencor a nadie; también están relacionados con no matar, porque con estos pecados, se mata el buen nombre o el honor de las personas.
Luego continua con otra serie de faltas que de alguna forma matan, como aclara la forma en la que se presentan, dice:
No serás de doble pensamiento ni de lengua, pues la doblez es un lazo de muerte.
Tu palabra no será mentirosa ni vacía, sino cumplida por la obra. Es decir, cumplirás lo que ofrezcas.
No serás avaro, ni ladrón, ni finjido, falso o simulado, ni malintencionado, ni soberbio, creyéndote superior a los demás. No tomarás mal consejo contra tu prójimo.
No aborrecerás a ningún hombre.
Y continua diciendo, ya no lo que no se debe hacer, sino mostrando la forma en la que se debe actuar, dice:
A unos los corregirás, a otros compadecerás; por unos rogarás y a otros amarás más que a tu propia alma.
De aquí pasa al tercer capítulo que trata inicialmente sobre apartarse del mal, dice:
Hijo mío, huye de todo mal y de cuanto se asemeje al mal. Enseñanza que viende desde el A.ntiguo Testamento, como vemos en el Sir 38,10 y Pro 3,7.
Luego, el texto muestra nuevamente lo que no debemos hacer. Dice:
No seas iracundo porque la ira conduce al asesinato. Tema que también presenta San Pablo en Ef 4,26. Y sigue el texto diciendo: No seas envidioso, ni disputador, ni acalorado, pues de todas estas cosas se engendran muertes. Que también menciona entre otros San Pablo en Ro 1,29.
Y el texto continua diciendo:
Hijo mío, no te dejes llevar de tu deseo, pues el deseo conduce a la fornicación. No hablas deshonestamente ni andes con ojos desenvueltos, pues de todas estas cosas se engendran adulterios.
Hijo mío, no te hagas adivino, pues esto conduce a la idolatría; ni encantador, ni astrólogo, ni purificador, ni quieras ver ni oir estas cosas, pues de todo ello se engendra la idolatría. Y como sabemos, idolatría es colocar en el cerntro de nuestro corazón, a cualquier cosa o persona, que sustituya a Dios como lo más importante de nuestra vida. Y sigue:
Hijo mío, no seas murmurador, pues la murmuración conduce a la blasfemia, es decir a la ofensa verbal contra Dios. No seas arrogante, ni de mente perversa, pues de todas estas cosas se engendran blasfemias.
Luego indica que debemos hacer el bien. Dice:
Sé mas bien manso, pues los mansos poseerán la tierra. Sé longámine, es decir: ten dominio de tí mismo y firmeza de ánimo ante cualquier obstáculo.
Sé compasivo, sin malicia, tranquilo, bueno y temeroso en todo tiempo de las palabras que oíste. Es decir, debemos mantenernos firmes en obedecer las Sagradas Escrituras.
No te exaltes a ti mismo, ni consientas a tu alma temeridad alguna, no se juntará tu alma con los soberbios, sino que coversarás con los humildes y con los justos.
Recibe como bienes las cosas que te sucedieron, sabiendo que sin la disposición de Dios, nada sucederá.
El siguiente mandamiento trata sobre la comunidad Cristiana e inicia recordando la importancia de mantenernos firmes y obedientes a las Sagradas Escrituras, dice:
Hijo mío, acuérdate noche y día de qué te habla la palabra de Dios y hónrale como al Señor; porque donde la gloria del Señor es anunciada, allí está el Señor.
Buscarás todos los días los rostros de los santos, refieréndose a los bautizados, a los seguidores de Cristo; a fin de recrearte con sus palabras.
Y tomando del sermon de Jesús sobre las bienaventuranzas, dice: No fomenterás la división sino que pondrás en paz a los que contienden. Juzgarás con justicia, sin miramiento de personas, para reprender las faltas. No dudes si será o no será.
En cuanto a la fidelidad en el dar, dice:
No seas de los que alargan la mano para recibir y la encogen para dar.
Si adquieres algo con el trabajo de tus manos, da de ello como redención de tus pecados. No dudarás si das o no, ni murmures cuando des, pues has de saber quén es el recompensador de tu limosna.
No eches de ti al necesitado, sino comunica en todo con tu hermano, y nada digas que es tuyo propio. Pues si los bienes inmortales se comunican entre ustedes, ¿cuánto más en los mortales? Es decir: si los bienes espirituales que son los inmortales, los verdaderamente importantes, nos los comunicamos o compartimos entre nosotros, debemos, por lo tanto, hacer lo mismo con los bienes materiales o pasajeros.
El siguiente punto trata sobre la familia Cristiana y dice:
No levantarás la mano a tu hijo o hija, sino que desde su juventud les ensañarás el temor del Señor, tomado de Pro 22,6 que dice: “Educa al muchacho al comienzo de su camino, que luego, de viejo, no se apartará de él” Y el texto continua:
No mandarás con aspereza a tu esclavo ni a tu esclava, entiéndase hoy “a tus empleados”, que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que pierdan el temor de Dios que está sobre unos y otros. Porque Él no viene a llamar con miramiento de personas, sino a aquellos a quienes preparó su espíritu.
Por su parte, ustedes esclavos, hoy debemos entender “trabajadores”, sometanse a sus señores es decir a “sus jefes”, como representantes de Dios, con reverencia y temor.
Y los últimos preceptos del cuarto capítulo son:
Aborrece toda la hipocresía y todo cuanto no agrada al Señor. Enseñanza que seguramente también Jesús les trasladó y que viene del A.T. que dice en el Sir 1,29 “No seas hipócrita delante de los hombres, y vigila siempre tus labios.” Y sigue con otra enseñanza de Jesús, que leemos en Mt 19,17 “Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos” y en la Didaké dice: No abandones los mandamientos del Señor, sino guarda lo que recibiste, sin añadir ni quitar cosa alguna. Se refiere tanto al decálogo como a la doctrina o enseñanza de Cristo,.
Y también refiriéndose a lo que Jesús dijo sobre la reconciliación y limpiar nuestra conciencia en Mt 5,23-24 “Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda.”, el texto dice: Confiesa en la reunión tus pecados y no te acerques a la oración con mala conciencia. Es decir confiésate. Y Cierra ese capítulo diciendo: Este es el camino de la vida.
Nos damos cuenta que esta enseñanza, de la Didaké o Doictrina de los Apóstoles, es un resúmen de las enseñanzas básicas de Jesucristo, que debieron servir para luego, ampliar con enseñanzas personales a quienes se mostraban interezados en seguir el camino. Ojalá que quienes escuchen o lean esto, encuentren, como lo hiccieron los primeros cristianos, el apoyo y la dirección para mantenerse firmes en el camino hacia Dios. Que así sea.
___________________________________