Skip links

DIOS PROTEGE A LOS QUE CONFÍAN EN ÉL 3ª parte

DIOS PROTEGE A LOS QUE CONFÍAN EN ÉL 3ª parte

Ampliación de la información proporcionada en los dos programas anteriores, para Faro de Luz 1071

 

Resumen de lo visto en los dos programas anteriores y explicación

del apoyo que nos brinda el Espíritu Santo.

 

Para que todo lo que se dijo en los programas anteriores sobre nuestros enemigos y la forma en la que podemos defendernos de sus ataques y derrotarlos, debo dar a conocer aspectos que son requisitos indispensables para que lo hagamos bien.

El primer requisito es que Jesús debe ser el centro de nuestra vida, para lo cual debemos conocerlo, y saber que por su sacrificio en la cruz, fuimos liberados del castigo que merecíamos por haber ofendido a Dios Padre con el pecado, esto significa que debemos reconocerlo como nuestro Salvador y aceptarlo como nuestro Señor, lo que implica que por amor a Él estamos dispuestos a hacer todo cuanto sea necesario para obedecerle.

Él sabe que solos no podremos hacerle frente a nuestros enemigos por ello nos proporcionará el Espíritu Santo para que nos ayude, nos aconseje, nos guíe, nos consuele y recibamos de Él los Dones o Carismas con los que podremos tener una mejor relación con Dios, tengamos cómo servir y trabajar eficientemente en el Reino y combatir a nuestros enemigos.

Dice 1Jn 4,4: “Hijitos, ustedes son de Dios y han vencido a esos mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.” Pongamos atención en lo que dice, al inicio dice: “Hijitos, ustedes son de Dios”, esta amorosa carta va dirigida a quienes habían aceptado a Jesucristo como Salvador y Señor, significa que le habían entregado su vida y querían seguir sus enseñanzas y obedecer sus normas, y los mandamientos, pues Jesús no vino a cambiar las Sagradas Escrituras, (El Antiguo Testamento) “sino a darles su verdadero sentido”. Mt 5,17. Esto significa que debemos someternos a Dios”, rendirle nuestra voluntad, aceptar Su autoridad, buscando agradarlo en todo y manteniendo nuestro corazón limpio de pecado, en resumen: obedecerle.

Por eso, hoy aprenderemos que para seguir las enseñanzas de Jesús, llevar una vida grata a Dios, “la vida victoriosa, y plena”, es preciso que practiquemos cinco principios fundamentales de la vida del cristiano. Y con la práctica de estos principios fundamentales podemos vencer todo ataque de nuestros enemigos.

El primero es LA ORACIÓN: La más importante de las armas con que contamos para defendernos, ya que, como dice Stg 5,16 “La oración del Justo tiene poder”, y es así porque es cuando estamos en comunicación con Dios y le pedimos dirección para todo cuanto hemos de hacer, Él nos escucha y estará con nosotros para que alcancemos la victoria.

El segundo es LA PALABRA DE DIOS: Sabemos que la Biblia es la carta de amor de Dios para nosotros sus hijos.  Al leerla y meditarla diariamente con la dirección del Espíritu Santo, nuestra mente se va conformando a la de Cristo y comenzamos a pensar, ver y sentir como Él, y llegamos a entender que Dios dispone todas las cosas para nuestro bien, y que nada podrá separarnos de su amor.

El tercero es LA COMUNIDAD: En Hebreos 10,25 leemos: “No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca”. Si bien debido al confinamiento ahora no nos es posible congregarnos en nuestros grupos, ni en nuestras parroquias, el Señor nos está permitiendo mantenernos conectados y cercanos, pues sabe la necesidad que tenemos de permanecer unidos, apoyándonos unos a otros, ya que una oveja alejada del rebaño es presa fácil para el enemigo, que anda como león rugiente esperando a quién devorar. Como dice 1 Pe 5,8.

El cuarto es EL SERVICIO. 1 Pe 4,10 dice “Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido”.

Y debemos recordar lo que dice San Pablo en 1 Tim 2,7: “Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio”.

El Espíritu Santo es ese espíritu, y nos dará dones, que son muchos, pero podemos considerar que los que menciona San Pablo como los principales, que son siete dones que podemos llamar operacionales pues son las herramientas para que llevemos de la mejor manera nuestro servicio a los demás. Leemos en 1Co 12,7-11: Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos. Por medio del Espíritu, a unos les concede que hablen con sabiduría; y a otros, por el mismo Espíritu, les concede que hablen con profundo conocimiento.  

Unos reciben fe por medio del mismo Espíritu, y otros reciben el don de curar enfermosUnos reciben poder para hacer milagros, y otros tienen el don de profecía. A unos, Dios les da la capacidad de distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero, y a otros la capacidad de hablar en lenguas; y todavía a otros les da la capacidad de interpretar lo que se ha dicho en esas lenguas. Pero todas estas cosas las hace con su poder el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece.

Esos dones de sabiduría, de conocimiento, de fe, de milagros, de profecía, de discernimiento, de lenguas y de interpretación de esas lenguas, son para que estemos preparados para servir de la mejor forma y para recibirlos también las Sagradas Escrituras nos dicen cómo. Recordamos que los apóstoles y los discípulos, cuando Jesús murió, quedaron confundidos, con dudas, escondidos por el temor, pues se quedaron sin líder, sin guía, sin maestro.

Y esto es lo que sucede con quienes se conforman con haber alcanzado la salvación al reconocer a Jesús como Salvador y Señor, pues aun cuando hayan empezado a ser testigos de lo que Cristo hizo en su vida, no pueden, por sí solos vencer los ataques del mundo, uno de los enemigos de nuestra alma, y puede terminar volviendo a su antigua vida dominada por el mundo y por la carne, y expuesto también a los ataques del diablo.

Jesús dijo a los apóstoles: “Quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y que recibirán poder”  Hch 1,8ª, y el día de Pentecostés, ellos recibieron el Espíritu. Lo mismo sucede hoy con quienes lo piden a Jesús, puesto que esa promesa es también para nosotros.

Y ya con el Espíritu Santo en nosotros como nuestro consuelo, maestro, guía, fortaleza y sabiduría, podemos, por Él y en el poderoso nombre de Jesucristo, resistir las tentaciones y vencer a nuestros enemigos.

Pidamos entonces confiadamente a Dios Padre, en el nombre de Jesús que nos envíe al Espíritu Santo y nos dé los dones para que los utilicemos según Él nos irá enseñando y con fe en su respuesta, prepárate para ser más que vencedor. Que así sea.

X