ALCANZA TUS METAS
Nehemías 1,2-2,20
¿Cuáles son tus planes para el nuevo año? ¿Como piensas enfrentar tus problemas matrimoniales, financieros, de salud, de trabajo, los problemas emocionales y sobre todo los espirituales?
Si los proyectos de años anteriores no los hemos cumplido, es tiempo de reflexionar y preguntar a Dios en que fallamos, que hemos dejado de hacer. Necesitamos su corrección, pero sobre todo su dirección para no desviarnos y alcanzar la meta que él puso en nuestro corazón.
Vivimos la época del conformismo. A muchos ya no les preocupa pasar su vida haciendo las mismas cosas y viviendo la misma vida. Hemos invertido en cosas materiales y nos hemos olvidado de las cosas que realmente tienen valor en nuestras vidas, lo que tiene valor eterno. Tenemos planes de obtener cosas, muchas de ellas son buenas, pero tal vez no son los planes de Dios para nosotros. Hemos estado enfocados en lo terrenal olvidándonos de lo espiritual y al no cuidar nuestra vida espiritual, el enemigo destruyó nuestros muros espirituales y no hemos hecho nada para edificarlos y levantarlos otra vez, y si lo intentamos él se opone de muchas formas porque sabe que así nos mantiene derrotados, y mientras no levantemos los muros, seguiremos derrotados, porque cuando nuestros muros están destruidos, los ataques del enemigo son más frecuentes pues se le hace más fácil atacar, robar, matar, engañar, destruir y los resultados son dolorosos.
Por ello hoy vamos a enfocarnos en nuestros proyectos de inicio de año, analizando cuán frecuente es, que, al realizar el trabajo para alcanzar nuestra meta, nos distraigamos, y aunque sea por breves instantes estas distracciones nos hacen perder valioso tiempo y, más adelante, tendremos que correr para realizar nuestra tarea con la excelencia con la que podíamos llevarla a cabo si le dedicáramos todo el tiempo que disponíamos para ello. Por eso, hoy estudiaremos cuatro consejos que encontramos en la Biblia para enfrentar las distracciones y llevemos a cabo nuestra labor de la mejor manera y lo haremos analizando la labor llevada a cabo por Nehemías en la reconstrucción de la muralla de Jerusalén, pero, para comprender la importancia de los muros de Jerusalén, debemos saber que el muro es una expresión de fortaleza que defiende de los ataques de los enemigos. Espiritualmente se refiere a todas las armas del reino de Dios que hacen resistencia a los ataques de satanás, por lo que hoy veremos cómo fortalecer nuestras defensas espirituales, levantando nuestro muro, utilizando los recursos que nos muestra la Sagrada Escritura con el ejemplo de Nehemías, y para describir cómo llevó a cabo su misión, resumiré el contenido desde el principio del libro al 6,15:
«En el año veinte del reinado de Artajerjes, en el mes de Quisleu, yo, Nehemías, estaba en la ciudadela de Susa cuando llegó mi hermano Hananí con unos hombres que venían de Judá. Les pregunté por Jerusalén y por los judíos que habían escapado de ir al destierro y me contestaron: “Los que escaparon de ir al destierro y se quedaron en la provincia, están en una situación muy difícil y vergonzosa. En Jerusalén, la muralla fue derribada y sus puertas destruidas por el fuego.» En pocas palabras describieron la situación en la que se encontraban sus hermanos judíos que se habían quedado en Jerusalén, como la situación de la ciudad. Y luego, el texto describe el sentimiento que ello despertó en Nehemías y que lo hizo clamar a Dios con fe. Dice
«Al escuchar estas noticias, lloré, y por días estuve muy triste, ayunando y orando ante Dios. Le dije: “Señor, Dios del cielo, grande y terrible, que mantienes firme tu alianza y tu fidelidad con los que te aman y cumplen tus mandamientos; te ruego ahora que atiendas a la oración que te dirijo en favor de tus siervos, los israelitas. Reconozco hemos pecado contra ti. No hemos cumplido los mandamientos, leyes y decretos que nos diste por medio de tu siervo Moisés.
Advertiste, que si pecábamos, nos dispersarías por todo el mundo; pero que si nos volvíamos a ti y cumplíamos tus mandamientos, poniéndolos en práctica, aun cuando fuéramos esparcidos hasta el último rincón del mundo nos recogerías de allí y nos llevarías de nuevo al santo lugar que escogiste como residencia de tu nombre.
“Te ruego, pues, Señor, que atiendas mi oración y las súplicas de tus siervos, cuyo único deseo es honrarte. Te pido también que me des éxito y despiertes hacia mí las simpatías del rey.”» Notamos la acción de Nehemías, con ORACIÓN Y AYUNO, en la que manifiesta su disposición de ser el instrumento por medio del cual Dios reestablecerá la gloria de Jerusalén, que como dice la profecía que se encuentra en Is 60,10-17 escrita aproximadamente dos siglos antes, y que dice: «Gente extranjera reconstruirá tus murallas, y sus reyes te servirán; pues aunque en su ira el Señor te castigó, ahora en su bondad te ha tenido compasión. Tus puertas estarán siempre abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que puedan traerte las riquezas de las naciones y entren los reyes con su comitiva.
El Señor dice a Jerusalén: “Las riquezas del Líbano vendrán a ti: pinos, abetos y cipreses, para embellecer mi templo, para dar gloria al lugar donde pongo mis pies.
Los hijos de los que te oprimieron vendrán a humillarse delante de ti, y todos los que te despreciaban se arrodillarán a tus pies y te llamarán ‘Ciudad del Señor’, ‘Sión del Dios Santo de Israel’.
Ya no estarás abandonada, odiada y sola, sino que yo te haré gloriosa eternamente, motivo de alegría para siempre. Las naciones te darán sus mejores alimentos y los reyes te traerán sus riquezas; y reconocerás que yo, el Señor, soy tu salvador, que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.
“En vez de bronce te daré oro, en vez de hierro, plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedras, hierro.
Haré que la paz te gobierne y que la rectitud te dirija.»
Continúo el resumen del libro de Nehemías, que dice:
«Nehemías era entonces copero del rey Artajerjes. Y un día del mes de Nisán, en el año veinte de su reinado, mientras le servía vino, el rey lo vio tan triste que le preguntó: —Te veo muy triste. ¿Qué te pasa? En ese momento le respondió:¿Cómo no he de verme triste, si la ciudad donde están las tumbas de mis padres se halla en ruinas y sus puertas han sido quemadas?
¿Qué puedo hacer por ti? preguntó el rey.
Entonces, Nehemías se encomendó a Dios y respondió: Si a Su Majestad le parece bien, y si he alcanzado su favor, pido a Su Majestad que me mande a Judá, a la ciudad donde están enterrados mis padres, para que yo la reconstruya.» Nehemías manifestó su COMPROMISO PERSONAL, pero también notamos que confió en Dios al ponerse bajo su protección y ayuda.
Continúa la narración: «El rey le contestó: ¿Cuánto tiempo durará tu viaje? ¿Cuándo volverás? Él indicó la fecha, y el rey aceptó dejarle ir.» En la respuesta del rey se percibe que Dios tocó el corazón del rey para que actuara a favor del plan de Nehemías, quien «Le pidió una orden por escrito dirigida a los gobernadores al oeste del río Éufrates, para que lo dejaran pasar libremente hasta llegar a Judá; y otra orden escrita para que el guardabosques del rey, le diera madera para los trabajos. Y el rey se lo concedió todo, porque contaba con la ayuda de Dios.» Notamos con esto, la RESPUESTA DE DIOS solicitada en ORACIÓN.
«Cuando Nehemías llegó ante los gobernadores al oeste del Éufrates, les entregó las cartas del rey, quien además, había enviado con él una escolta de caballería al mando de jefes del ejército.» Con esto, el rey quería dejar claramente establecido que él apoyaba a Nehemías en todo cuanto quisiera y necesitara.
«Cuando supieron esto Sambalat el de Horón y Tobías, el funcionario amonita, se disgustaron porque había llegado alguien interesado en ayudar a los israelitas.» Se muestra así, la PRIMERA MANIFESTACIÓN DE LOS PROBLEMAS QUE LE TOCARÁ ENFRENTAR A NEHEMÍAS.
Y continúa la narración: «Llegó a Jerusalén y a los tres días de estar allí, acompañado de algunos hombres, sin decir a nadie lo que Dios le había inspirado hacer por Jerusalén, salió de noche por la puerta del Valle a inspeccionar la muralla de Jerusalén, que estaba derrumbada y sus puertas quemadas.
Hasta entonces no había informado a los judíos, así que les dijo: “Nos encontramos en una situación difícil, pues Jerusalén está en ruinas y sus puertas quemadas. Únanse a mí y reconstruyamos la muralla de Jerusalén”.» Así, Nehemías PRESENTÓ EL PROYECTO y MOTIVÓ a los habitantes de Jerusalén para OBTENER AYUDA.
«Cuando les contó la forma tan bondadosa en que Dios le había ayudado y las palabras que le había dicho el rey, respondieron: ¡Comencemos la reconstrucción!» Manifestando así que contaba con el apoyo del rey y de Dios.
«Cuando Sambalat el de Horón, Tobías el funcionario amonita, y Guésem el árabe lo supieron, se burlaron y les dijeron con desprecio: ¿Qué se traen ustedes entre manos? ¿Acaso piensan rebelarse contra el rey?» De esa manera, y pretendiendo defender los intereses del rey, LOS ENEMIGOS revelan su OPOSICIÓN AL PROYECTO.
Nehemías les contestó: «El Dios del cielo nos dará el éxito. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción.» Como servidor de Dios, DECLARÓ públicamente SU FE y CONFIANZA EN DIOS así como SU COMPROMISO de llevar a cabo el plan que había dado a conocer.
«Cuando Sambalat supo que estaban reconstruyendo la muralla, se indignó y, enfurecido, comenzó a burlarse de los judíos diciendo: “¿Qué se creen estos judíos muertos de hambre? ¿Acaso piensan que se les va a permitir ofrecer sacrificios otra vez? ¿O que podrán terminar el trabajo en un día? ¿O que de los montones de escombros van a sacar nuevas las piedras que se quemaron?”
Entonces Nehemías oró: “Dios nuestro: escucha cómo se burlan de nosotros. No les perdones su maldad, ni borres de tu presencia su pecado, pues han insultado a los que están reconstruyendo la muralla.”» Así declaró su CONFIANZA EN DIOS y lo manifestó al buscar en ORACIÓN, SU APOYO Y RESPALDO.
«Y continuaron reconstruyendo la muralla, que estaba ya levantada hasta la mitad, y la gente trabajaba con entusiasmo.
Cuando sus enemigos supieron que la reparación de la muralla de Jerusalén seguía adelante y que se había comenzado a tapar las brechas, se enojaron muchísimo, y planearon atacar Jerusalén. Entonces los que estaban trabajando en las murallas oraron, y pusieron guardia día y noche para defenderse de ellos.» NUEVAMENTE SE BUSCÓ EL RESPALDO DE DIOS EN ORACIÓN, pero hicieron su parte y ESTUVIERON ALERTA y se mantuvieron firmes.
«Sus enemigos pensaban que no se darían cuenta ni verían nada hasta que se metieran en medio de ellos para matarlos y detener las obras.
Pero los judíos que vivían cerca de ellos les dijeron que esa gente iba a atacarlos, y Nehemías ordenó que se pusieran por familias detrás de la muralla, y en las partes bajas, y en las brechas, con espadas, lanzas y arcos.» Es decir, ESTUVIERON ATENTOS Y FIRMES, PREPARADOS PARA RECHAZAR AL ENEMIGO.
«Cuando sus enemigos supieron que estaban preparados y que Dios había desbaratado sus planes, todos volvieron a su trabajo en la muralla.
A partir de aquel momento, la mitad de los hombres trabajaba en la obra, y la otra mitad se mantenía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los cargadores seguían llevando cargas, pero con una mano trabajaban y con la otra sujetaban el arma. Todos los que trabajaban en la construcción tenían la espada a la cintura.» Vemos con ello que CONFIABAN EN DIOS, pero también, que ESTUVIERON DISPUESTOS A PELEAR SIN DEJAR DE TRABAJAR.
«Cuando Sambalat, Tobías, Guésem el árabe y los demás enemigos supieron que se había reconstruido la muralla sin dejar en ella ninguna brecha, aunque faltaba todavía colocar las puertas en su sitio, enviaron un mensaje para que se reunieran, pero lo que tramaban era hacer daño a Nehemías
Entonces envió mensajeros a decirles que estaba ocupado en una obra importante, y que no podía ir, ya que el trabajo se detendría si lo dejaba por ir a verlos.
Cuatro veces le enviaron el mismo mensaje, pero su respuesta fue siempre la misma.
Entonces, enviaron por quinta vez una carta que decía: “Corre el rumor entre la gente, y también lo dice Guésem, de que tú y los judíos están planeando una rebelión, y que por eso están reconstruyendo la muralla. Según estos rumores, tú vas a ser su rey, y has nombrado ya profetas para que te proclamen rey en Jerusalén y digan que ya hay rey en Judá. Estos rumores bien pueden llegar a oídos del rey Artajerjes, así que ven y conversaremos personalmente.”» En este nuevo ataque del enemigo, vemos el USO DE MENTIRAS PARA SEMBRAR TEMOR Y DUDAS, PARA EVITAR QUE SE CONTINUARA TRABAJANDO EN LA OBRA QUE DIOS HABÍA PUESTO EN EL CORAZÓN DE NEHEMÍAS.
«Entonces Nehemías le envió su respuesta, diciendo que no había nada de cierto en aquellos rumores, sino que eran producto de su imaginación.» Con esto MANIFIESTÓ EL COMPROMISO Y DESEO DE AGRADAR A DIOS AL EXPRESAR SU DESEO DE CUMPLIR LA MISIÓN, como dice a continuación el texto:
«Trataban de asustarlos, pensando que los desanimarían y que no llevarían a cabo la obra; pero pusieron aún mayor empeño. Y LA MURALLA QUEDÓ TERMINADA EL DÍA VEINTICINCO DEL MES DE ELUL, Y EN LA OBRA SE EMPLEARON CINCUENTA Y DOS DÍAS.»
Además de las observaciones realizadas en el resumen del texto, ahora vamos a ver las enseñanzas encontramos en ese texto, las cuales nos servirán para no distraernos en nuestros trabajos. //
Cuando Nehemías se conmovió por el infortunio y la situación de Jerusalén, partió a reconstruirla. Encontró muchos obstáculos, sí, pero no dejó que eso lo distrajera de la tarea. Y lo mismo debemos hacer nosotros, continuar con el proyecto que Dios puso en nuestro corazón, a pesar de los obstáculos.
En la narración, encontramos cuatro enseñanzas: 1. Mantenernos firmes en la voluntad de Dios, 2. Tener presente nuestra meta, 3. Llevar a cabo cada tarea en el orden asignado y 4. Identificar lo que nos distrae.
Veamos cómo lograr cada una de estas 4 lecciones básicas para evitar las distracciones que nos impiden alcanzar nuestras metas o realizar correctamente nuestro trabajo.
La primera lección que nos enseña Nehemías es: Mantenernos en la voluntad de Dios. Cuando Nehemías clamó a Dios, Él le mostró exactamente qué hacer, pero, además, como hace siempre, preparó el camino e hizo que todas las cosas se pusieran a favor, se dieron “las coincidencias de Dios” pues Él hizo que todas las cosas coincidieran para que Su voluntad se llevara a cabo, y en el caso de Nehemías, Dios tocó el corazón del rey para que tuviera una disposición favorable para el proyecto, y le diera el permiso y todo lo que necesitara para que lo llevara a cabo.
Saber que “hacemos lo que Dios quiere que hagamos”, nos dará confianza y fortaleza para enfrentar los problemas. Y podremos lograrlo ¡si escuchamos a Dios! esto significa que debemos mantenernos en comunicación y atentos a su voz en nuestra oración y en la lectura, estudio y meditación de la Sagrada Escritura, pues allí nos dice qué hacer y cómo hacerlo.
La segunda enseñanza de Nehemías es: Tener clara y presente nuestra meta. Conociendo la voluntad de Dios, sabremos cuál es nuestra prioridad. Dios ha planeado lo que tú y yo debemos hacer, y Su obra siempre es importante, por lo que no debemos subestimar la parte que nos corresponde hacer en ella, no importa lo pequeña que nos parezca.
La tercera enseñanza es: Llevar a cabo cada tarea según lo planificado. Después de cada crisis, Nehemías volvía a la tarea que tenía por delante. Al recordar el propósito del Señor nos mantendremos en el lugar que Dios nos ha indicado, para realizar cada paso o etapa que nos acerque a la meta sin salirnos del plan original.
Y la cuarta enseñanza que nos deja Nehemías es: Identificar con precisión lo que nos distrae, pues quienes tratan de interrumpir nuestro trabajo, desviar nuestra atención o atacarnos personalmente, no vienen de parte de Dios.
Nehemías, con la dirección de Dios, supo a quién oír y a quién ignorar. Desde luego, para ello debemos orar y mantenernos atentos como dice San Pablo en Ef 6,18a : “No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo. Manténganse alerta, y no se den por vencidos.”
Las distracciones son, casi siempre, de origen externo a nosotros. Identifiquemos entonces qué es lo que usualmente nos distrae y pidámosle a Dios que nos ayude a vencer esa distracción, y trabajemos “con la mirada en la meta que Dios puso en nuestro corazón”, para Su gloria y bendición nuestra y de nuestro prójimo. Así lograremos llegar a nuestra meta.
Que así sea.